El enamoramiento

Autoras: Graciela Hernández Morales y Mª Jesús Cerviño Saavedra.

Como seguramente has podido observar, las niñas y los niños, a edades cada vez más tempranas, forman parejas de ‘novios’, sufren el rechazo amoroso, dibujan corazones, escriben notas amorosas, etc. Este conjunto de experiencias suelen ser vividas por niños y niñas con mucha seriedad e intensidad. En este sentido, la risa o la burla proveniente del mundo adulto no son bienvenidas en el mundo infantil y les llevan a dejar de contar lo que viven, a sentir vergüenza y rabia y, por tanto, a evitar el acompañamiento adulto para abordar estas situaciones.

La noción de noviazgo es bien diferente en la infancia y en la edad adulta. Aunque niñas y niños tienden a imitar a las personas adultas, dan significados distintos a estas experiencias. A veces, no es más que un juego simbólico en el que se entrenan en eso de formar pareja; otras veces, usan la palabra ‘novio/a’ para sellar la relación con quien se sienten muy a gusto; en ocasiones, es simplemente un modo de expresar su curiosidad sobre cómo son los besos en los labios, etc. Por todo ello, es muy importante escuchar y no dar significados adultos a lo que en realidad significa otra cosa.

En este juego, hay niñas y niños que sufren por no ligar, por no gustar ni resultar atractivos o atractivas. Así, por ejemplo, una niña que tiene una enfermedad en la piel puede sentir que ‘nunca será atractiva para ningún niño’, al darse cuenta de que algunos sienten asco ante lo que le pasa. Del mismo modo, un niño dulce y sensible puede sentirse mal, cuando se da cuenta de que a las niñas les gusta ser sus amigas pero no sus novias.

En este sentido, es importante que, desde la primera infancia, niñas y niños aprendan a descubrir el atractivo que todas y todos tenemos. Para lo cual, es necesario ayudarles a salirse de los estereotipos prefijados. Esto significa, por ejemplo, valorar la belleza que surge cuando una niña es capaz de expresar su singularidad y creatividad a través de su cuerpo, cuando logra ir más allá de esa otra noción de belleza que tiende a encorsetar el cuerpo femenino en un conjunto de medidas, formas o tamaños. Esto significa además reconocer la belleza y el atractivo que se trasluce en un niño que es capaz de expresarse con dulzura y sensibilidad y, por tanto, que no se pliega a los atributos asociados al estereotipo de ‘seductor’ como son la fuerza o la autosuficiencia.

Del mismo modo, es necesario que niñas y niños aprendan a vivir el juego de la seducción como una forma más de expresión, de conocimiento y de aproximación y no como una lucha basada en la conquista, o sea, que los niños descubran que su valor no viene por conquistar a muchas chicas y que las niñas comprendan que su valor no viene por el interés de conquistarlas que despiertan en los chicos.

Es importante desmitificar esta lógica que, en realidad, les lleva a vivir el acercamiento al otro o a la otra como el colofón de una carrera de obstáculos y no como la posibilidad de crear relaciones significativas y de intercambio con las personas, sean de uno u otro sexo, por las que sienten atracción.

Las ideas que alguien tiene sobre la persona por la que se siente atraída, sean éstas reales o no, pueden dar lugar al ‘cuelgue’, a una atracción que se mantiene a lo largo del tiempo, sin que se dé un mayor acercamiento o profundización en la relación. Esto puede ocurrir con alguien conocido o con quien no se conoce, como, por ejemplo, un actor de cine o una presentadora de televisión.

A veces, el cuelgue se produce por mitos aprendidos que les llevan a confundir su percepción sobre qué es interesante y produce felicidad. Por ejemplo, hay niñas que se sienten atraídas por niños que destacan por su rendimiento deportivo o porque se fijan en ellas y les dicen palabras románticas, o sea, sin tomar en consideración si estos niños o niñas les aportan algo positivo o no.

Por su parte, hay niños que, al sentirse atraídos por las formas o medidas del cuerpo de una niña, llegan a idealizar y a ‘colgarse’ de ella, sin conocer sus gustos y sin tener en cuenta su carácter.

En la otra cara de la misma moneda, hay chicas y chicos que sienten atracción por personas de su mismo sexo y que esconden esa sensación por no conformar el modelo estereotipado y tradicional de pareja, lo que les puede suponer mucha frustración y falta de libertad.

Finalmente, en la experiencia de niñas y de niños, de chicas y de chicos, está también el enamoramiento. Aunque se trata de un sentimiento muy intenso, es sólo una gran apertura que puede ser la antesala del amor, de una simple amistad o de algo efímero.

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